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El proceso

Argumento

Esta inacabada novela de Kafka se centra en la figura de Joseph K., un simple funcionario que un día parece despertar en una pesadilla.

Abstracción

La narración empieza in media res con una de las frases más conocidas de la Literatura:

Alguien debió haber calumniado a Joseph K., pues una mañana, sin haber hecho nada malo, fue detenido.

Con esta inquietante pero seductora oración, el lector pertenece ya al mundo de Joseph K. Desconoce el por qué, el cómo y hasta el quién, pero lo que sí es certero es la curiosidad que sugiere esta simple frase.

El desconcierto del lector aumenta cuando de repente se personan en casa de K. tres agentes que le comunican su arresto. De hecho, el título del capítulo ya adelanta el acontecimiento El arresto – Conversación con Frau Grubach y con Fräulein Bürstner; es más, indica secuenciación; pero lo que sucede escapa a toda explicación.

El propio protagonista se halla sorprendido e indefenso ante una acusación tan grave sin poseer motivo alguno. El dónde sucede es igualmente significativo, ya que K. se encuentra en su habitación, más concretamente en la cama, cuando de pronto irrumpen los hombres, por lo que la acción se sitúa en un espacio privado. Los demás inquilinos de Frau Grubach acuden a la llamada del espectáculo y son espectadores de un teatro donde K. es la marioneta.

Este primer capítulo describe la confusión de K. a partir de su arresto y sus primeros pasos con el objetivo de encontrar el motivo para poder declararse inocente de todo cargo, porque lo único que sabe es que este tipo de causas pueden alargarse. Así, acude a su Primer interrogatorio, título del segundo capítulo, con el objetivo de esclarecer sus dudas y obtener respuestas.

No obstante, la única garantía que recibe es la de estar procesado y, por lo tanto, deberá acudir a interrogatorios regularmente con tal de poder concluir su proceso. Esta temprana resolución desajusta su vida de tal modo que lo absorbe, suprime todo aquello que le confería una identidad social y laboral para convertirlo paulatinamente en un consumido procesado.

El dominio que tiene el proceso sobre su vida se muestra ya en el capítulo tercero cuando visita La sala de interrogatorios vacía - Las oficinas que se asemejan a un laberinto burocrático del cual nadie puede huir. Dicho control se extiende a los capítulos cuarto y quinto donde cada paso que da lo piensa con relación al proceso. Cada ínfimo encuentro, visita y movimiento juega en favor de una culpabilidad latente que habita en su interior.

En el capítulo sexto aparece su tío, recién llegado del campo, para asesorarlo. Le recomienda al abogado Huld, conocido como el abogado de los pobres, al cual visita en el capítulo séptimo de la narración. Huld es un hombre con experiencia que, a pesar de hallarse indispuesto por una enfermedad, decide tomar el caso de K. Sin embargo, no ofrece ninguna salida definitiva a K. del proceso, de hecho, le deja desesperanzado.

Lo único que puede hacer es visitar al pintor Titorelli, un retratista de jueces quien conoce de primera mano cómo se desenvuelven estos procedimientos. Pero, una vez más, es lanzado a la casilla de salida, sin posibilidad de poder escapar de esta permanente pesadilla. El pintor le confirma que salir de un proceso es difícil, pero quedar absuelto y libre es imposible.

En el octavo capítulo K. visita por última vez a Huld con intención de despedirlo, ya que empieza a comprender que nada puede hacer para ayudarlo. Es ahí donde conoce al comerciante Block, un desdichado hombre como él, procesado sin motivo, que vaga sin obtener un veredicto por el quinto año de su proceso. Con este reflejo K. decide convertirse en su propio defensor, aunque puede que ya nada quede por defender.

En este momento de la narración, K. apenas tiene fuerzas, está completamente obsesionado con el proceso, ya no posee identidad, está subyugado por él y a su completa merced. Acude a la catedral en busca de respuestas, pero se encuentra con un solemne sacerdote que le ofrece un sermón acerca de la histórica relación del hombre con la justicia.

Poseído por un abatimiento y un cansancio existencial, K. decide volver a su apartamento. Entonces, justo la víspera de su trigésimo primer aniversario de su nacimiento es apresado por dos hombres que aparecen en medio de la noche y lo conducen a las afueras. Tratado como un perro, finalmente es asesinado.

Desnudando el libro

El tema de esta obra es complejo, Kafka crea una red de situaciones que acaban por aniquilar al protagonista. El proceso gira entorno a la idea de culpabilidad e inocencia, ya que el protagonista es acusado de algo que se desconoce, sin ninguna prueba, por lo que es inocente; pero, sin embargo, acaba con su vida como si fuera culpable.

Esta dicotomía está presente en toda la obra del autor checo como en La metamorfosis o El castillo, pero también en relatos cortos como En la colonia penitenciaria. Tema que se entrelaza profundamente con el sufrimiento, alcanzando en ocasiones la tortura de los personajes principales como Gregor, el agrimensor K. y, por supuesto, Joseph K.

En El proceso, el protagonista carga con una culpa que lo hace sufrir; él sabe que es inocente, pero su palabra no tiene poder; él como individuo deja de poseer autoridad para ser torturado por un sistema judicial que parece inexistente, escurridizo, pero que consigue exprimirle toda identidad; abandonándolo a merced de un maquiavélico teatro.

En realidad, K. forma parte de una temporalidad nietzscheana que no le permite escapar, ya que se constituye en forma de círculo, atrapándolo en las garras de lo eterno, conduciéndolo irremediablemente al principio.

La narración empieza precisamente el día en que K. cumple los treinta años y concluye la antevíspera del trigésimo primero aniversario de su nacimiento trazando un círculo vital perfecto. Lo que debería desarrollarse como una temporalidad cronológica secuencial, se produce plegándose sobre sí mismo.

Lo cierto es que Kafka no utiliza referencias temporales directas en sus obras, las marcas de tiempo se obtienen mediante las descripciones del vestuario, el tiempo estacional referido por los paisajes, indicaciones de horarios en relojes, billetes de transporte u otros detalles; todo ese esfuerzo logra crear la atmósfera kafkiana de angustia, asfixia, generando la sensación de estar aprisionado en el interior. El proceso no es una excepción.

Si bien el inicio y el final ofrecen un marco temporal, el resto del relato es sugerente, por lo que requiere un lector atento y activo. Si el receptor ha cumplido su parte del trato y ha permanecido alerta probablemente haya detectado que los primeros seis meses de ese año transcurren durante la mayor parte del relato, condensando y apresurando los otros seis en las últimas treinta páginas.

Las demás huellas temporales son excesivamente vagas e indefinidas como el domingo siguiente; una de las tardes siguientes; un día de invierno; ¡mal otoño!

La escasez de marcas de tiempo no sugeriría un eterno retorno si no fuera por el círculo legal en el que se encuentra K. Como se ha podido ver en el apartado anterior, K. acude a distintas salas de interrogatorios con diversos personajes con poder legislativo; también busca la ayuda de un abogado y hasta de un retratista de figuras legales. K. desea encontrar como sea una escapatoria de su arresto.

Es precisamente el pintor, Titorelli el que acaba por cerrar y definir el círculo legal. Le presenta tres posibles salidas a K.:

La absolución real, la absolución aparente y la prórroga ilimitada. La absolución real es evidentemente la mejor, pero […] nunca he visto una. […] La absolución aparente concede la libertad pero solamente en apariencia o, para decir mejor, provisionalmente. [...] Admito todavía que transcurra mucho tiempo entre la absolución y el nuevo arresto. [...] Después de la segunda absolución viene el tercer arresto, y así sucesivamente. [...] La prórroga ilimitada mantiene indefinidamente el proceso en su primera fase.

El único personaje que arroja un poco de clarividencia respecto del proceso acaba por confirmar que no hay salida. La absolución real es imposible de conseguir, es simplemente una opción utópica; la segunda es aparente porque si bien te absuelven del primer cargo, no evita que te arresten y procesen una segunda, tercera o cuarta vez. Y la prórroga ilimitada se convierte en una constante persecución como arrestado.

La sensación última que aporta el pintor y el estado de K. es que solamente hay una salida: la muerte. Aunque esta se produce de manera literal en el último capítulo de la novela, lo cierto es que K. está muerto en vida des del comienzo mismo del proceso: abandona todo lo que le caracteriza para convertirse en un perseguido. Todo vuelve a empezar.

Ambientación

Frantisek Kafka, 1883 – 1924, nació en el seno de una familia de judíos trabajadores en Praga. Muy unido a sus hermanas, pero enemistado con el padre, por quien finalmente estudia Derecho, renunciando a la Química y a la Historia del Arte y Filosofía.

Trabajó en distintos juzgados durante un año después de terminar el doctorado, y en 1909 empezó a trabajar para el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo donde destaca por sus sugerencias, su implicación y sobre todo por su modo de escribir los informes. Sin embargo, este trabajo no le apasiona, por lo que mantiene una relación tensa con el trabajo.

En 1913 conoce a Felice Bauer, con la que mantendrá una compleja ligazón y correspondencia hasta 1917. A esta complicada situación falta añadir la delicada salud de la que goza, que le obliga a permanecer en sanatorios largos períodos de tiempo. En uno de los últimos en 1924, y a causa de la tuberculosis, perderá la vida.  

Frase reveladora

Ya no tenía la elección de aceptar o rechazar el proceso, se encontraba de lleno en él y era preciso defenderse.

Reflexión

Kafka es una buena opción de lectura siempre, tanto si el objetivo es entretenerse como ahondar un poco más en su literatura. Resulta un autor complejo en el que un lector curioso puede pararse a interpretar, porque parece que no agota significados. Aunque es cierto que su tipo de escritura no es precisamente alegre, por lo que no es para todo tipo de público.

Todas sus novelas parecen estar escritas en blanco y negro, el tiempo se detiene y queda el lector enfrentándose a la letra escrita. En este caso en particular, se solidariza con un protagonista que recuerda al de Crimen y castigo, con la diferencia de que se desconoce el grado de culpabilidad de este.

El proceso

Autor

Franz Kafka

Edición

Anaya, 2013

Páginas

296

ISBN

9788420678191

Valoración

El proceso